El testigo de atletismo o relevo es un viejo conocido de todos nosotros. No habrán sido pocas las veces que lo has visto por televisión o que, incluso, has tenido que utilizarlo en tus clases de educación física.

Lo cierto es que es un elemento fundamental para las carreras de relevos. Esta prueba es única de carácter atlético en la que el resultado depende del rendimiento de los participantes con respecto a este objeto principal.

Como ves, no hablamos simplemente de agrupar a los que mejor corren. Esta rama del atletismo no se basa solamente en la velocidad, sino que necesita coordinación y una gran ejecución. A diferencia del atletismo corriente, combina varias cualidades que hacen que este deporte merezca el éxito que cosecha.

Tanto es así que, a nivel mundial, es uno de los más seguidos. Dispone incluso de un hueco en los juegos olímpicos nada más y nada menos que desde 1912. Lleva más de cien años siendo una de las actividades con un mayor número de seguidores en las olimpiadas. Y es, durante todos estos años, que el relevo no ha dejado de ser el protagonista.

¿Sabes cómo se entrega el testigo de atletismo?

Durante toda la carrera, los corredores tienen que agarrar el bastón por la parte inferior del mismo. La razón es simple: es la forma más sencilla de que su compañero lo reciba sin posibilidad de caída. Además, hay varias formas de hacerlo:

Entrega visual. La vista es una de las herramientas más fiables que tenemos. Por eso, muchos atletas se enfrentan a la llegada de su igual controlando la velocidad observándolo. Suele ser común en las carreras de 4x400.

Entrega no visual. Al contrario que el anterior, este método se caracteriza por calcular la distancia a partir de señales auditivas. Es habitual hacerlo en 4x100, ya que la distancia es inferior y es mucho más sencillo de medir.

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